Los padrinos ofrecen un
rol especial en la vida de la persona bautizada. Entonces cada padre debe
elegir un padrino no solo porque exista un vínculo de sangre; sino que un
padrino debe ser un testigo valioso y confiable de la fe y que ayudará al
ahijado a alcanzar la salvación.
El rol de los padrinos de
bautizo tiene su raíz en el rol del patrocinador del catecumenado, que se
originó en la Iglesia primitiva. Recuerden que hasta el año 313, la Iglesia
estuvo bajo la persecución del Imperio Romano y tenía que ser cautelosa en
cuanto a sus asuntos para prevenir la infiltración y persecución de los
paganos. Además, hasta la Edad Media, los Sacramentos de la Iniciación –
Bautismo, Eucaristía y Confirmación – eran administrados a la vez. El rol del
patrocinador entonces era atestiguar la integridad de la persona, con
frecuencia adulta, buscar la admisión en la Iglesia así como asistir a la
persona durante el catecumenado al prepararse para estos sacramentos y vivir
una vida cristiana. En el caso de los niños pequeños, estos patrocinadores
hacían también la Profesión de fe a su nombre y aceptaban la responsabilidad de
instruirlo en la fe, especialmente si los padres fallaban en este deber.
Alrededor del año 800 cuando el bautismo de infantes se hizo norma, estos
patrocinadores fueron llamados "patrinus" o "padrinos".
Tradicionalmente, identificamos al patrocinador de un niño para el bautismo
como un padrino: padrino o madrina, pero el término técnico sigue siendo "patrocinador".
De acuerdo al Código de Derecho Canónico "En
la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se le ha de dar un
padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se
bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el
bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el
bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo". Esta
declaración claramente refleja las raíces históricas del rol del patrocinador.
Para ser un patrocinador, una persona tiene que
ser elegida por la persona que será bautizada o por los padres o tutores del
niño o, en su ausencia, por el pastor o ministro del sacramento. El
patrocinador no solo tiene que tener la intención de serlo, sino que además
debe estar adecuadamente capacitado.
El patrocinador debe tener al menos 16
años a menos que el Obispo haya establecido otra edad para el patrocinio, o el
pastor o el ministro, juzgue que se trate de un caso que sea la excepción a la
regla. Tiene que ser católico que haya recibido los sacramentos de la
Eucaristía y la Confirmación y "lleve una vida de armonía con la fe y con
el rol que va a adquirirse". Además, el patrocinador no puede estar
impedido por ninguna penalidad canónica. Idealmente, este patrocinador en el
bautismo debe ser también el patrocinador para la Confirmación. Recuerde que el
padre y la madre del catecúmeno no pueden ser sus patrocinadores. Recuerde
asimismo que estos son los mismos requisitos para ser patrocinadores de la
Confirmación.
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